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Al alzar la vista vio a tres hombres de pie frente a él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la tienda y, postrándose en tierra, dijo:

— Señor mío, será para mí un honor que aceptes la hospitalidad que este siervo tuyo te ofrece. Que les traigan un poco de agua para que laven sus pies, y luego podrán descansar bajo el árbol.

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